Un verano en la playa eso es lo que queda
de ti;
un verano en la playa y nuestro refugio el
mar.
¿Recuerdas que me ganabas al nadar?
¿Recuerdas que un día casi me ahogo
y que tú cual héroe pertinente me salvaste
de morir?
Pero cómo no lo vas a recordar sí yo lo
recuerdo bien.
Un verano en la playa; el sol, la arena, y
el mar,
nuestros mudos testigos de nuestro
inesperado encuentro.
Yo te amé al ver tu perfecta silueta de
espaldas a mí,
al verte todo tú eras perfecto, tu rostro,
tu torso, tus muslos,
todo tú eras perfecto.
Más yo una nena inocente que no sabía nada
de la vida,
una criatura que era apenas tres años menor
que tú,
pero al verte de espaldas ya te había amado
y te había escogido para mí, para mí sola.
Y tú no lo sabías.
Cuando me acerqué a ti, eras mi príncipe,
y yo una vil petiza plebeya, pero agradezco
al cielo
que entre tanta princesa a tu alrededor me escogieras
a mí
como tú compañera de nado, quizás porque
sabía nadar bien,
y era la única que te podía hacer la
competencia en tus travesías.
Recuerdo que decías que serías un
profesional nadador,
y yo te creía, yo te creía todo lo que tú
me decías,
porque yo te amaba y tú lo sabías.
Más nunca me diste un beso, ni siquiera en
el rostro,
sólo me tomaste de la mano el día de la
fiesta,
nuestra fiesta de despedida,
y bailaste conmigo toda la noche,
y no miraste a nadie más que a mí durante
todo aquel baile.
Sabías que te amaba y tú me dijiste a los
oídos:
Un verano en la playa me enamoré de ti.
Y luego te alejaste y me hiciste adiós con
todo tu hermoso brazo.
Y desde aquella vez nunca más supe de ti.
Pero ahora, después de mucho tiempo que he
vuelto
a esta nuestra vieja playa, donde por
primera vez nos vimos,
he pedido al cielo el volverte a ver ahí,
en el mismo lugar
en el que te hallé por vez primera,
sin embargo, está vez, tú primero me
hallaste a mí.
Un verano en la playa, otro verano más…